miércoles, 23 de septiembre de 2015

La confesión de un cardiólogo (Dr. Dwight Lundell)



“Nosotros los médicos, por nuestros conocimientos, nuestra experiencia y nuestra autoridad, tenemos habitualmente un ego muy grande que nos impide admitir nuestros errores. Pues bien, allá voy: reconozco abiertamente que me he equivocado. Después de 25 años de experiencia como cirujano cardiovascular, con más de 5.000 operaciones a corazón abierto a mis espaldas, ha llegado el día de reparar el daño partiendo de fundamentos médicos y científicos.” (1)

Estas son las primeras palabras de un texto que publicó en internet un cirujano cardiovascular norteamericano, el Dr. Dwight Lundell, y que por supuesto se ha extendido por toda la red provocando más de 200.000 “me gusta” en Facebook.

Este cirujano continúa diciendo que por fin ha descubierto que una dieta a base de productos frescos, naturales y no transformados, cuando se lleva un estilo de vida sano realizando ejercicio físico moderado (pasear con asiduidad), permite prevenir e incluso curar las enfermedades del corazón, la hipertensión, la diabetes y el alzheimer.

En su texto recuerda las dos décadas y media que ha pasado recetando a sus pacientes medicamentos para reducir el nivel de colesterol (fibratos, estatinas) y recomendándoles, equivocadamente, una dieta baja en grasas. Explica que se dio cuenta de su error no hace mucho tiempo, que renunció a seguir ejerciendo la medicina y que ahora se dedica a la prevención de enfermedades del corazón. (Este es un mensaje privado para el Dr. Dwight Lundell: si lee esto, por favor envíenos su CV. ¡En Tener S@lud nos encantaría contar con personas como usted!)
“Una dieta baja en grasas ya no se puede defender desde el punto de vista moral”
El Dr. Lundell declara que recomendar la ingesta de medicamentos contra el colesterol y una dieta baja en grasas “ya no se puede defender desde un punto de vista moral”. El motivo es que las dietas bajas en grasas son ricas en hidratos de carbono simples y complejos que destruyen activamente la pared de los vasos sanguíneos, provocando una inflamación crónica.

Esta inflamación hace que el colesterol se pegue a las paredes de las arterias y, al entrar en contacto con otros elementos (plaquetas, calcio), forme la placa arterial que reduce el diámetro de las arterias aumentando el riesgo de que un coágulo de sangre se quede atascado y provoque una embolia, un infarto o un accidente cerebrovascular (ACV).

“Tener varios picos de glucemia (azúcar en la sangre) al día, un día sí y otro también, equivale a pasar una lija por la delicada pared interna de los vasos sanguíneos”, explica. “Y yo he visto lo que eso provoca en miles de arterias”.

Cuando tras la ingerir alimentos, en especial carbohidratos de absorción rápida, se produce un pico de hiperglucemia, determinados factores asociados a la subida de azúcar, como los productos de glicación avanzada o los triglicéridos acompañantes, dañan el endotelio (la capa más interna de las arterias y, por tanto, la que contacta directamente con el flujo sanguíneo) modificando sus condiciones fisiológicas, lo que se traduce en una menor producción del más potente vasodilatador conocido: el óxido nítrico, así como de las prostaglandinas, aumentando al mismo tiempo la permeabilidad del endotelio al colesterol y al calcio, lo que aumenta las posibilidades para el desarrollo arterioesclerótico.
En definitiva, la sobrecarga glucémica actúa como un potente cepillo metálico sobre esa finísima capa unicelular a la que llamamos endotelio y del que depende la salud de nuestras arterias.

“Deténgase un momento y trate de visualizar un cepillo metálico que fricciona una y otra vez la piel tierna hasta enrojecerla y hacer que sangre”, escribe el Dr. Lundell. “Es una manera muy gráfica de entender el proceso inflamatorio que puede estar desarrollándose en nuestro cuerpo en este mismo momento.” (2)
Omega-6 y omega-3
El Dr. Lundell no echa la culpa sólo a los carbohidratos refinados, sino también al desequilibrio existente entre los aportes de ácidos grasos omega-6 y omega-3 en la alimentación moderna. Tomar demasiado omega-6 provoca inflamación, y eso es lo que les está pasando a los occidentales con aceites como el de girasol o el de maíz, que utilizan para cocinar debido a su precio económico.

La ratio ideal de omega-6/omega-3 en la alimentación debería ser de aproximadamente 3 a 1, pero por lo general es de 15 ó hasta 30 a 1.
Y mientras tanto en España…
Se sigue haciendo hincapié en una dieta en cuya base de la pirámide están el pan, los cereales, el arroz y la pasta, dejando en la cúspide a las grasas y los aceites, junto con los dulces. (3)

Con esto se ha conseguido que sean completamente ignorados todos los avances realizados en estos últimos diez años demostrando que tanto los hidratos de carbono llamados “complejos” como los cereales, la pasta y las pizzas pueden incrementar el nivel de azúcar en la sangre igual de rápido que los terrones de azúcar.

Y se sigue diciendo, como si nada, que lo malo es tomar grasas…….
¿Cómo un simple dulce produce una cascada de inflamaciones que hace que el cuerpo enferme?
Imagínese que rocía el teclado con miel; esto es una  representación visual de lo que ocurre dentro de la célula. Cuando  consumimos hidratos de carbono simples, tales como el azúcar, los  niveles de azúcar en la sangre se elevan rápidamente.
Como respuesta, el páncreas segrega insulina, cuya misión principal es  que el azúcar llegue a todas las células donde se almacena la energía.
Pero si la célula está llena, si no necesita más glucosa,  se rechaza el exceso para evitar una disfunción de los procesos que  se llevan a cabo en su interior. Cuando las células rechazan el  exceso de glucosa, se elevan los niveles de azúcar en sangre, aumentando la producción de insulina, y se almacena en forma de  grasa.

El cuerpo humano no puede procesar, ni fue diseñado para consumir, los alimentos envasados con azúcar y preparados con ácidos grasos omega-6.

No hay otra solución para disminuir la inflamación que consumir los alimentos lo más cercano posible a su estado natural.
Para reconstruir un músculo, se deben  consumir más proteínas.
Para energía elija carbohidratos complejos, tales como los presentes en frutas, verduras y granos integrales

Reduzca o elimine el consumo de los ácidos grasos omega-6, tales como el aceite de maíz y soja, y los alimentos procesados que se han elaborado con estos aceites. Una cucharada de aceite de maíz contiene  7,280 mg de ácidos grasos omega-6; la soja 6,949 mg.
En su lugar, utilice  aceite de oliva o mantequilla, procedente de animales alimentados con pasto. Las grasas animales contienen menos del 20% de omega-6 y son mucho menos propensas a producir inflamación que los aceites poliinsaturados, de los que se dicen que son  supuestamente saludables.

No es cierto que las grasas saturadas  produzcan enfermedades cardíacas.

Lo que usted puede hacer es consumir alimentos integrales, de los que su abuela sabía, y no esta moda de consumir tantos alimentos procesados.
Eliminando los alimentos que  producen inflamación y añadiendo los nutrientes esenciales presentes  en los alimentos frescos no elaborados, se revertirían los daños en  las arterias y en todo su cuerpo.

 5 maneras sorprendentes para controlar el colesterol

 



Para las personas que luchan contra el colesterol alto, la elección de las comidas puede ser un desafío, aunque su elección adecuada es esencial… restaurantes, fiestas, incluso una pequeña reunión en la oficina puede presentar tentaciones poco saludables. Sin embargo, simples modificaciones dietéticas pueden ayudarle a eliminar esas opciones no saludables:




 Reduzca el azúcar y la harina.
Investigaciones recientes indican que la adición de edulcorantes y carbohidratos a base de harina (blanca) los cuales son demasiado abundantes en la dieta, son los principales contribuyentes a la obesidad y las enfermedades del corazón.
Evite las grasas trans. Manténgase alejado de los productos que liste “aceite parcialmente hidrogenado” en las etiquetas, especialmente las meriendas tales como chucherías o palomitas de maíz de microondas.
Use ajo fresco con regularidad en sus comidas. El ajo se ha demostrado que ayuda a bajar los niveles de colesterol.
Beba té verde todos los días. Los antioxidantes en el té verde ayudan a reducir el colesterol y previene que el colesterol en la sangre se oxide.
Comer mucha fibra soluble. Tiene un potente efecto reductor del colesterol. Las mejores fuentes son los frijoles y las lentejas, manzanas, cítricos, la avena, la cebada, los guisantes, las zanahorias y la linaza molida.

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